February 2012 Archives

Me he inventado esa noche perfecta, un garito de esos que nos gustan a los dos, en una ciudad lejana. Música alta que nos haga acercarnos para entendernos. Y cuando la bebida halla cumplido con su obligación y los últimos miedos hayan desaparecido, soltarlo todo, en plan "quiza mañana no lo recordemos, quiza sea la última oportunidad". A partir de ahí no se que es lo que sucedería. Puedo rendirme a mis fantasias, despues de todo es mi noche perfecta ¿verdad? Pero me siento tan culpable con todo esto, que ni en sueños logro soltarme. Y cuando mi subconsciente se digna a meternos juntos en el mismo sueño, yo misma me encargo de estropearlo. La expresión "ni en sueños" alcanza en mí su máximo significado....

Nos vimos el viernes, intercambiamos saludos, el eterno: "¿Cómo estas?" ("Bien, feliz por verte, por hablarte.") "¿Bien y tú?". Juego de sonrisas tontas y conversaciones que se alargan hasta lo imposible y se acaban porque ya no quedan mas tópicos a los que recurrir. Y es lo mejor. Las contadas veces en las que me he atrevido a lanzar una indirecta me has cortado. O has huido directamente. No me duele, porque soy consciente que cuando el que ha intentado dar un paso más allá has sido tú, yo misma, o bien he huido, o te he cortado.(Nombrando a mi pareja o a mis hijos) En cuanto a ti, basta ignorate una vez para que en el próximo encuentro estes mucho más abierto, más atrevido. Pero cuando intuyes que me acerco, no dudas en pararme. Juego de locos ¿verdad? Temo el día en que ambos coincidamos, el día que uno se acerque y el otro no huya. Pero por el momento no veo cerca ese momento.

A veces me pregunto que hubiera pasado, si tantas veces como has intentado tocarme, cogerme la mano, acariciarme el pelo, yo no me hubiera apartado. Llegué a pensar que eras así con todo el mundo, pero a base de observarte me di cuenta que no. Y también me dí cuenta de que tu actitud hacia mi variaba mucho, era muy diferente cuando estabamos solos o con más gente. Eso me asustó y aún hizo que te evitara más. Y aún así el destino se las ha apañado muchas veces para arrinconarnos juntos. Parece que cuanto más me esfuerce en alejarme de ti, más me acerque. Si te busco no te encuentro. Si te evito apareces del lugar más insospechado. 

En fin, mañana es lunes, volvemos a empezar...

La última que te oí cantar era una de Extremoduro, afortunadamente, Robe es mucho más fácil de imitar que Freddy Mercury, dónde va a parar. Mucho más sencillo. Fué un encuentro bastante surrealista y me merezco la cara que se me quedó, por borde y por querer hacerme la graciosa. Fué hace un par de veranos , yo iba hacia mi coche arrastrando un gran saco de ropa y tu estabas trabajando allí al lado. Después de saludarme  me gritaste "Pareces Papa Noel!!" Lo sé, pude haberme callado y con una sonrisita salir del paso. Pero...¡No! yo si me callo reviento y pense "te vas a ...." Me paré, solté el saco y con toda la chulería te respondí "Me estás llamando gorda?" Dudaste un par de segundos, pero fuí yo la que se.... "Noooooo, estás muy guapa!!!" Tierra trágame!!!No recuerdo si te respondí porque creo que hasta me sonrojé, metí el saco en el coche y cuando ya iba a subir , me lo pensé mejor y volví para despedirme. Tú habías vuelto al trabajo y ya de espaldas a mi, te oí cantar un trozo de "Quemando tus recuerdos" de Extremoduro, exactamente..."Cada vez que la miro....

http://www.youtube.com/watch?v=EWWJwZzilek

Aunque todo esto me lleva a una pregunta: ¿qué siento realmente por ti? Al principio sólo fué simpatía, era verte y pensar "Pero que chico más majo!" Los que te conocen saben que eres adorable, tú forma de hablar, tu forma de mirar siempre a los ojos, con los tuyos tan abiertos, tan sinceros. Nos pasamos horas hablando (dejando a medias el trabajo, para ir a hablar en cualquier momento con el otro). Hablamos de música.(Fuiste tú quien me animó a escuchar "Avalanch")De salir de fiesta, de nuestras parejas, parecía una amistad inevitable, por lo parecidos que somos. Aún conservo un cd tuyo, que no pienso devolverte, y es una chorrada pues ni siquiera me gustó. Felices tiempos en los que coincidíamos a menudo...

Pero un día me sorprendí deseando llegar a ese trabajo que odiaba y me di cuenta que era sólo por verte. Y otro día salté desde una escalera, haciendo mucho ruido al caer (con la delicadeza que me caracteriza) y oí tus pasos corriendo por el pasillo y vi tu cara asustada creyendo que me había caido y me fijé en lo azules que eran tus ojos... Y otro día, te tenías que ir, y me preguntaste hasta que hora me quedaba, y vi pena en tus ojos mientras decías que no te daba tiempo a volver antes de que me fuera y ...todo empezó a cambiar.No quiero ponerme romántica,no sólo me fijé el color de los ojos te lo aseguro. Tu costumbre de acariciarte despacito la tripa levantándote el jersey anima a fijarse en mucho más...

Tampoco ayuda tu manía de tocarme, de acercarte a mi cara hasta lo insoportable cuando hablamos. Ese toquecito en el hombro o  esa caricia en el pelo. En serio, no ayuda.

Y entonces todo lo que sentía era atracción, muy fuerte, pero sólo eso. Hablaba contigo y mis pensamientos siempre acababan en derroteros muy poco apropiados.  A veces ni siquiera te escuchaba. Y aunque incómodo, era más fácil manejar eso, que lo que siento ahora. Y sé el preciso momento en que todo cambió, no fué hace mucho, apenas un par de meses, pero aún no soy capaz de reconocerlo. Más adelante.

Volviendo al tema de hoy...¿me merezco dos regalos? ;)

Estas parado, con una mano en la puerta del Banco dónde te dispones a entrar, quieto, mirándome. Me corto a mitad de la frase que estaba diciendo y, otra vez, todo parece detenerse y vuelvo a caer en esos segundos que parecen eternos y a los que, a fuerza de repetirse, empiezo a acostumbrarme. Y (otra vez) soy yo quién rompe el encanto, incómoda. Consciente de que mi interlocutora se ha dado cuenta de mi interrupción y se vuelve para mirar que es lo que me entretiene. Levanto la mano y te saludo, esbozando una sonrisa. Me la devuelves, pareces dudar antes de agitar tu mano y entrar en el banco. Cuantos segundos? Dos, quizá tres, pero han sido suficientes para que perdiera el hilo de lo que estaba diciendo. Intento retomar la conversación pero mis pensamientos ya se han perdido irremediablemente. Y tardarán en volver, pasarán la mañana (tal vez el día entero) contigo. Y yo me sorprenderé sonriendo estupidamente, recordando unos simples segundos, sumándolos a los otros, que ya guardo para los largos días en los que no te veo. Y pensaré durante unas horas, convencida, que nos pasa lo mismo, que aquello que yo presiento, lo sientes tu también. Y me conformaré con eso.

Mañana no te veré y, con un poco de suerte, te apartaré de mis pensamientos. O si no logro hacerlo, volveran las dudas. Y volveré a pensar que todo son imaginaciones mías. Hasta otro día, en que el mundo dejará de girar otros tres segundos y yo, volveré a creer.